jueves, marzo 19, 2009

El disparate estético de Las Fallas

No sé porqué tenía la idea de que Las Fallas eran una cosa, estéticamente, horrorosa. Siempre me ha gustado todo cuanto más sencillo mejor, líneas elegantes y depuradas, nada de excesos. Los retorcidos desmadres rococó falleros se me antojaban cargadísimos, un desmán vaya. Pero el otro día de repente me quedé impresionado con un traje de estos de fallera... me dejó como hipnotizado...
entonces pensé que lo que no me gustaba eran las fallas (que creo que se llama así a lo que prenden). Ahora me había puesto a buscar un par de imágenes para que se viera el contraste entre algo tan hermoso como el traje este que me embelesó y la fealdad cargante de los cartones de colores estos con formas y motivos variados.

Pero el caso es que echando un vistazo rápido también me han gustado. Así que al carajo mi teoría. Otra más. Una de dos, o no tengo nada claro, o me estoy haciendo viejo y acabaré teniendo un salón lleno de figuritas.(*)

(*) eso sí, los petardos no los soporto, de pequeño me explotó uno en la mano y me dejó la yema del dedo gordo como una flor.

viernes, marzo 06, 2009

le llaman conejo



Me llaman conejo me repartieron malas cartas en esta partida pero sabes? no me quejo.


Gran esquetche el otro día en muchachada nui. No hubo grandes carcajadas, pero me pareció un muy gracioso y glorioso ejercicio del reyes & company. Esta gente no tienen vergüenza ninguna, lo mismo cargan contra Mecano que contra los previsibles esquemas del cinema vérité de barrio patrio.


El caso es que a mi me vino a la cabeza un tipo de mi pueblo al que llaman “el conejo”. Es un tipo que no llegara al metro y medio, con el pelo corto pero enredado, un rubiales bastante peculiar que espero no sepa que existen los blogs. Lo contrario podría suponerme un problema. Es uno de esos tipos, mitad mito, mitad hombre... en los pueblos está la gente normal, la que trabaja en el ayuntamiento, de dependienta en lo del ramoncillo o lo del manchón, que por cierto, en navidades vi que estaba cerrando... menuda trauma.... allí descubrí los levis-605-etiqueta-naranja que eran como los 501, pero más baratos... como me apretaban aquellos pantalones por dios... cada vez que me acuerdo se me encogen los cataplines... pero que me pierdo, sigo con las gentes normales, los que tienen un bar y los que se van a estudiar fuera, los primos de Francia y la tía de Barcelona, los maestros y el fragüero, el de los seguros y el del banco, el de la panadería de arriba y el de la de abajo, los de la tiendecilla y los del super... el que compra la almendra y el de la almanzara, los que van a echar el agua al alporchón, y los que van al cortijo en mobileta... las que andan por el camino a la parroquia y el cura... en fin... mucha gente normal, como un servidor. Pero luego, luego están los tipos que marcan la idiosincrasia de una villa. El conejo, sin duda, sería uno de estos (otros ejemplos podrían ser el alfonsón, el porrongo, el ganga, el misisipi, el julio, el atocha, el pinino, el carlón,...), yo no habría nacido cuando él ya empezaba a fundamentar la leyenda en la que se convertiría en mi imaginario infantil, aventuras en las vegas y las pepas, riñas de bar y pérdidas legendarias a las caras en la gasolinera... pero hay un episodio que marcó sin duda su entrada en la mitología velezana... y es cuando tras pararlo la guardia civil, este, lejos de achantarse, les conminó diciendo: ¿acaso no sabéis quien soy? (pobres diablos), estos gendarmes, que probablemente acaban de llegar a la comandancia de huercal overa (leer güercalovera todo junto), se quedaron perplejos, y este, sin darles tiempo a sacar la porra, les dijo, con el orgullo que sólo puede tener un pigmeo cabezón criado a base de bellotas y vino con sopas: yo soy, yo soy el famoso, “er conejo”. Cágate. Mientras la mitad del vulgo, aún teniendo todos los papeles en regla y no habiendo catado ni gota de alcohol no puede evitar que se le encoja el estómago al acercarse a un control de la benemérita, este hombre no dudó ni un momento en marcar el terreno y exhibir su fabuloso poderío y celebridad. Grande conejo.


Quizás sólo esté a su altura otro personaje magnífico velezano, el lobillo, pero habrá que esperar a que los de muchachada hagan otro esquetche sobre animalicos para que venga a cuento mentarlo.


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