Granjero Busca Esposa. Episodio 7. Las damas primero aunque sea para la mierda.

el reencuentro más frío de la historia. o qué bien lo vamos a pasar con los animalicos.

En el prólogo del programa dice Luján, espléndida como siempre,  que ya ha llegado la hora de poner las cartas sobre la mesa en las granjas. Y yo digo que aquí se empezó a jugar con alguna baraja marcada.

En casa de Los Vitis, Jesús, una vez se ha marchado Goya, tiene que ir sí o sí a por Krusty El Payaso Yolanda, que va por ahí con sus pantalones diminutos y su cabeza gigante. A mí, al verla moverse por el pueblo, se me antoja uno de esos muñecos cabezudos desfilando en las fiestas levantinas. Es con diferencia la peor de todas las participantes en el programa. Y eso es decir mucho y malo. Le sigue dando esperanzas a Jesús, que pone una cara de infeliz antológica cuando están acariciándole el lomo al caballo los dos “nos llevábamos los tres bien, el caballo, ella y yo”, y no  contenta con esto se pone a decirle que tiene que dejar de vivir en casa con sus padres y su hermano. El pobrecito mío, que se ve que está muy falto de cariño y que es menos independiente que su hermano El Pedro, accede, y le dice que mientras se hace la casa está dispuesto a vivir en un piso de alquiler. A pesar de esta muestra de amor rendido, ella lo tiene decidido “dijéramos que el 99% no hay posibilidad”, “si tengo que estar sola estaré”. Estarás, no te preocupes que te vas a hartar de estar sola. Además del hándicap del tamaño de la cabeza, va teniendo una edad, y a pesar de creerse listísima, no sabe distinguir entre ordenar y ordeñar cabras. Yo creo que es un poco bollo, porque se pone cachondísima cuando le agarra las tetas a la cabra. Claro que luego tampoco parece hacerle ascos a la leche que le echa Jesús por la cara. En fin, que debe tener el cerebro como el peinado, desproporcionado y enmarañado.

El otro hermano, El Pedro, está decidido y se lo cuenta a las chicas. Claro que le da emoción. Josefina, que por cierto, se come hasta las esquinas, cree que la va a elegir a ella, “él es un poco caballo y yo un poco yegua”. Por la boca muere el pez. Pedro prefiere a la rumana, así que se la lleva de paseo en el tractor. Le tiene montado el picnic campestre que ella lleva esperando ya unos cuantos días. Y allí, se le declara en plan indio apache: “me gustaría terminaríamos juntos”. Hasta qué punto no llega su amor que le dice “me da igual que tengas una hija, que podría estar con nosotros y todo”. Está decidido, hasta le dice  “en mi vida sólo ha habido tres mujeres, mi madre, mi hermana y tú”. A mi me da que no es la primera vez que lo ha dicho… Luego abandona su papel de Don Juan y retoma el de capataz de campo de algodón para poner a Josefina y a Ana a limpiarle la cuadra. “coge los bombones”, le dice a una para que recoja un montón de boñigas de forma esférica.

En la granja de Santi sigue habiendo una tensión brutal. Eli va pintada como una mona y no deja de poner en evidencia sus carencias mentales con sus gracietas de bufón tabernero. Pero ni eso parece relajar el ambiente. Finalmente, unos paseos en carretilla y unos saltos encima de un montón de estiércol hacen que afloren las primeras muecas. Ivana trata de hacerse la enrollada tirando agua, pero no le sale, sigue más estirada que la Preysler. Está claro que le hacen falta como diez polvos seguidos para que se le afloje el gesto. Las dos conocen al hermano de Santi, que es como él pero un poco más gordo y un poco menos robot. Está dispuesto a quedarse con la que no quiera su hermano. Veredicto: buitre carroñero. Santi dice “venga, por fi” ¿por fi? me da tanta grima que lo anoto para luego escribirlo aquí. Luego las lleva a limpiar mierda (qué fijación con los excrementos animales), y es allí donde al abrirles la puerta les dice lo de “las mujeres primero aunque sea pa’la mierda”. Luego hay un gran momento también cuando Ivana le pone las manos en la cara a Eli  y está dice con cara de tonta del pueblo “qué güena ée”, porque se ha dignado en bendecirla. Al parecer Santi se ha dado un pico con Eli, pero también aprovecha para tocarle el culo a Ivana, que en cierta forma se deja querer. Esta es de las que el día que te deja que le toques una teta tiene un trauma. Vuelvo a recetarle la decena de orgasmos para que se le vayan unas cuantas tonterías.  Pero bueno, el avance del programa siguiente deja a las claras por quien se decide Santi, que como buen pardillo que es se va a decantar por la primera que se le lance encima y le arrime las carnes. Eli nos va a deleitar con la frase más grimosa, loca, pornográfica y vergonzante de la historia de la televisión en los últimos veinte años “tienes que sentir mis piernas, mi barriga, mis tetas…” Me acabo de poner colorado sólo de escribirlo. Qué disparate.

Alberto sigue embelesado con las artes de la colombiana, que lo atrae, lo rechaza, le hace un mimo, se hace la ofendida, le da un beso, lo aparta… Me apuesto el coche a que lleva cuatro días empalmado.  Se lleva a las dos a un zoológico donde el speaker lo hace levantarse para que todo el mundo le grite feo “¡Qué feo es! ¡Llamarle feo!” “¡¡feo!!, ¡¡feo!!”. Que no digo yo que sea guapo, pero no le veo la gracia. La otra está muy cabreada con lo de que no la haya elegido el oso peludo este, y les echa una especie de maldición gitana: “te arrepentirás…” “qué mal vais a acabar…” Para que se tranquilice la cosa se las lleva a las dos al bar del pueblo y se ponen a jugar a los dardos. Él los lanza como si le fuera la vida en atinar en la diana. Se nota que la diana ha sido su único entretenimiento por años, aparte imagino de las visitas a los prostíbulos de la zona. Alberto me tiene fascinado. Podría ser un ventrílocuo magnífico. Habla y no mueve ni la boca ni los dientes.

Luis y Guiomar siguen con su particular Love Story, y vaya, así se las ponían a Fernando VII. Echan los dos el día en un spa, con Guiomar luciendo bikini, y declaraciones de amor en el jacuzzi “sabía que tenías que ser mi granjerita” y le da un morreo allí mismo. Luis no es que esté enamorado, está enamoradísimo. “Yo esta tarde he sido una persona, osea, la más feliz del mundo” Y lo dice con una cara que de verdad uno piensa que este es el tío más feliz del mundo. Después se ponen a darse masajes eróticos medio en porretas y lo rematan con champán y fresas con nata… en fin… que el pobre tiene que haberse pasado un día fatal tratando de ocultar las erecciones de caballo que debe haber tenido. “Me ha llevado a mi hasta arriba” dice. Mientras tanto la otra pasa el día tomando el sol en la puerta del cortijo. A Melania no le hace gracia tener que currar, ella ha venido a buscar fama, “a mi la tele me mola” “estoy deseando verme” y “me gustaría salir en una revista para verme”. Blanco y en botella: quiere despelotarse en Interviú. Me da que esta es de las que se apunta hasta a los casting para pelis porno caseras. Pasan la tarde los tres en un parque de atracciones rural. Básicamente consiste en montarse en maquinaria agrícola a todo trapo. Todo muy peligroso. Como dice Melania “es un poco asín rollo toro mecánico, un poco asín parque de atracciones rural”. El pájaro ui ui ui no vuelca de casualidad. Y después a hacer barranquismo. La más atrevida, Guiomar. Luis es un poco cagoncete, y la catalana teme darse un golpe en la cabeza. Lo mismo hasta le arreglaba el desarreglo cerebral que tiene. 

Y para terminar, la baraja marcada. Carlos y Natalia, El Cachas y Tipo Botijo. Huele a montaje demasiado todo. Me parecen muy aburridos los dos. De hecho ya casi me aburre hasta la madre de Natalia, Magdalena, que al final no se ha atrevido a irse con Fede. Sólo ha llorado en plan Los Puentes de Madison y aguantado el tipo al lado del de la boina (alías “hola pajarito sin cola”). Son un coñazo con lo de que les gustan los animales, con lo de que arriesgan, con lo de que si Fede seguirá ahí por si al final no me lío contigo… Todo resulta muy ortopédico, el recibimiento, la cena, las preguntas de la madre, el padre mirando por la ventana mientras hacen los quesos… Además, Carlos al parecer no traga a sus padres y a su hermano. Mala cosa. Si no se lleva bien con su madre, tiene que ser un tío chungo. Pero lo dicho, no me interesan. Por insulsos y cansinos.