Granjero Busca Esposa. Episodio 10. Un desliz cualquiera lo tiene.

ojo a la chupa de él, y a la cara de i've got a palo en el culo de la otra

Madre mía, madre mía… gran programa el de este miércoles. Lo peor es que no sé cómo ponerme a contar el principio sin mencionar el avance del programa que dan al final del episodio. Cuentan un poco de en qué quedan las cosas dos meses después. Un lío esto del final, el principio, los meses y tal, así que como siempre, por granjas.

En la granja de Alberto, El Oso Amoroso Campero, vuelve con la colombiana después de estar ilocalizable, para Mónica, durante un día y pico. Al parecer la dejaron tirada y esta como es normal se ha cogido un buen mosqueo. Ahora, que es una superviviente, ríete tú del tipo este que atraviesa el desierto comiéndose serpientes y haciendo agujeros en el suelo para dormir. La abandonaron en una boda donde no conocía a nadie (o eso intuyo, porque al final no vi el final del episodio pasado), y en vez de salir a la calle y llorar pidiendo un taxi se pegó una farra buena hasta como dice ella “cuando nos echaron del restaurante”. Después se buscó combinación con algún paisano y hasta las siete no llegó a casa. Cuando vuelven los otros dos se pone seria, pero Alberto y la colombiana que si yo no me llevé el móvil, que si el mío no tenía batería... Hasta habitación reservada tenían, y en el mismo hotel que los novios y todo. No estoy seguro de que consumaran, porque la colombiana le tiene asco al osezno.  Acaban pasando de ella y la dejan sentada en la encimera de la cocina, que le ha cogido el gusto la muchacha a dejar el culo caer donde hay que partir luego el queso. La relación entre las dos aspirantes al vellocino siempre había sido bastante tensa, pero después de este episodio, la cosa ha tomado tintes de tragedia griega. Hay un plano impagable cuando las dos están haciendo la maleta en que de fondo, medio difuminada, se ve la foto de Alberto vestido de militar. Todas las fotos estas son iguales, así posando como medio de lado, sonriendo y con el uniforme. Yo me libré de ir por prórrogas y eso, pero ahora echo en falta una de esas en la mesita de noche. Es España cañí a tope.  Como la reunión en una cochera gigante donde hacen una especie de barbacoa. Con la familia, chorizos, coca colas de dos litros y vino. Todos comen y cantan. Es una pena que Alberto haya pasado de Mónica, le pega como mil veces más, y podía haber sido una buena granjera. Los padres que no tienen culpa de que les haya salido un hijo así, lo saben, pero qué van a hacer… “mi hijo ha elegido un poco por el físico...” Ya lo dice Mónica, “ella ha sido la falsa, él está cegao…”

En la granja de Natalia, o debería decir Magdalena, porque lo he minutado y sale más la madre que la hija, los dos amantes de Teruel siguen con su historia de amor. Me recuerdan las dos a esas matrioskas rusas que se meten una dentro de la otra. Mss. Cerdita Peggy llama a una amiga para cotillear y hacer unas rosquillas, la Meri, que está encantada con el granadino “a la Meri le parecía Carlos un chaval de fotonovela (¿?), superguay” Los muchachos mientras van conociendo la finca y los alrededores, que si bosques encantados, que si cascadas, que si un sitio para los caballos de Carlos… El cachas ya se está instalando con toda la cuadra. ¿En cuatro días? ¿Para unas cosas tan rápido y para otras tan lentos? Y hay que ver la cantidad de perros que tiene, lo menos veinte… dos caballos vale, ¿pero dos docenas de perros?   Ellos dicen que están supercómodos juntos, pero no acabo de verlos actuar muy naturalmente… menos en el jacuzzi, que ahí se sueltan el pelo y se pegan un calentón del catorce. Cuando terminan de sobarse, se sientan y ella hace sus declaraciones con el pelo mojado, lo que le da un look rata de alcantarilla total. La madre la ve ojerosa, y dice que eso es símbolo de amor. Él parece encantado por como dice haber encontrado a una mujer más bruta, más de campo: “Es muy polifacética, lo mismo te desbroza que te arregla una puerta”. Todo parece perfecto, el paisaje, la granja, los caballos, el perro, la suegra… Pero bueno, mejor que yo lo cuenta Magdalena, que se saca de la manga un cuento en plan Corín Tellado meets Hermanos Grimm que no tiene desperdicio ninguno. Como digo, esta mujer es un filón, y vaya si lo están aprovechando. Ahora, el avance del siguiente episodio descoloca a todo el personal, con Carlos haciendo las maletas y diciendo con tono circunspecto “me voy a mi casa y a mi tierra”. Algún motrileño nos ha hecho spoiler en los comentarios y ha avanzado que estos dos son ahora mismo la atracción del pueblo, así que no hay que sufrir, que esto parece que acaba bien. ¿O no?

Los Vitis. Lo de estos mozos no tiene nombre. Jesús yo creo que acabará encontrando a alguien pero Pedro está predestinado a acabar muriendo de un infarto en un prostíbulo después de una noche loca. Josefina se marchó matando “les deseo suerte, que por la edad que tienen les corre bulla” y diciendo que como a Aznar a ella también la verán en perspectiva. Está zumbadísima. Ellos siguen a lo suyo, tratando de sacar todo el partido posible al paso de las hembras por la granja, y ya que parece que no van a poder copular con ellas las ponen a currar de sol a sol. La rumana, que parece buena gente ya está empezando a estar cansada de tanto pringar, y la otra, no ha pringado nunca, ni tampoco lo hace ahora… se limita a seguir calentando a Jesús con su rollo de creerse superior pero de por otra parte pensar que a lo mejor no se le presenta otro en otros veinte años. Aburre hasta a las ovejas con sus aires y sus pensamientos profundos. Delfina las tiene bien caladas a todas. Aunque ella también se las trae, me recuerda un poco a la madre de Norman Bates (Psicosis). Invita a comer a las dos parejas y no se corta un pelo. Pregunta Pedro como quien no quiere la cosa, “¿qué te parece madre que Ani tenga una hija?” y ella responde “bueno, un desliz cualquiera lo tiene” Cágate lorito. Se tiene que morder la lengua Ani, que demuestra ser una señora no metiéndole la cabeza en el wáter a Delfina. Se declara encantada de sus hijos, (deslices), y se despecha con las que se fueron “las otras dos no me gustaban ni un pelo”, y particularmente con Josefina “fue un poco sinvergüenza y preguntó cosas que jamás se han hablado en esta casa”, yo pensaba que la cosa era sexual, pero resulta que no, que Josefina preguntó a la madre por las posesiones de los hijos. Yo la creía más lista a la Josefina. Y con un brindis por la salud y porque “os apañéis” se despide Delfina portando gran gloria. Al día siguiente, para despedirse, Jesús invita a cenar a Krusty El Payaso a una cena de despedida, y le tiene guardada una sorpresa para el postre. “Yo no me veo contigo”. A ella le sienta como un tiro que él le haga lo que lleva ella haciendo desde que entró, arruga el morro y se coge un cabreo tremendo. “No va a quedar ni una amistad”, “me ha decepcionado, no quiero estar perdiendo el tiempo”. Pedro igual que su hermano tampoco parece convencido con la suya, dice que es muy posesiva y que él lo que quiere es desbarrar como Laporta.  “Me he enfriado un poco, si ella no cambia no va a resultar”. Pero qué te va a resultar a ti, mendrugo, que eres un mendrugo.

En la granja de Luis y Guiomar, porque estos ya comparten bienes, las cosas están relajadas por un lado, la relación está tan consolidada como consumada, y por otro, tirantes, Guiomar está enfadada con Melania, que va de tontita, pero tiene una mala leche del copón. No deja de hablar de que los otros dos duermen juntos “ruido no he escuchado, y a mi lado verlos ahí me daría un poco de asquillo y tal” Es extremadamente arrabalera, bajuna y vil, claro que para ser esto último hace falta un mínimo de inteligencia que desde luego no tiene. Tiene una forma de hablar que me pone muy nervioso, no sólo porque no atine a conjugar los verbos bien, ni por sus coletillas superde o ytal… es por esa forma de decir las cosas como haciéndose la tonta… Confiesa haber tragado mierda, y con la pinta de guarra que tiene no se le ocurre otra cosa que cuestionar la facilidad de la zaragozana para encamarse con el gigantón. Ella tiene pinta de haber perdido el virgo a los doce con toda la pandilla del parque, primero uno a uno y luego con todos juntos. Insiste en que no necesita ir a un programa para enamorarse y en que básicamente lo único que quería era salir en un reality, que le gustan mucho. “No busco a nadie con quien casarme ni con quien rehacer mi vida”. Con diecinueve años ya estás marcada como las vacas. No vas a rehacer tu vida. Al menos no hasta que consigas dinero para borrarte el tatuaje del quinqui de tu ex de la espalda. Pero bueno, aquí lo importante es que el amor, el de verdad, el que brilla en los ojos de Luis ha triunfado, y que como dice Guiomar: “ala, el granjerito ya tiene su granjerita” (“He he…”)

Y para terminar, la psicogranja. Espero que al final no llegara la sangre al río, porque Ivana está desquiciada al saberse derrotada por una ameba. Aunque las cosas como son, al final está resultando que el gallego no está dan desencaminado, y entre las dos perlas que él solito se ha buscado, la menos mala es Eli. De hecho entre quedarme con Ivana y colgarme de las pelotas y tirarme de las orejas, escojo lo de las pelotas. Ivana no hace más que presionar a Santi, que se pone muy nervioso siempre que habla, pero sobre todo cuando habla con ella. Normal, sigue tan cortante como el primer día.  Se hace la picha un lío tratando de explicarle lo que es estar enamorado y claro, eso provoca luego en la tarde de pesca un malentendido que por poco acaba con Santi distribuido en varias bolsas de basura previo descuartizamiento cortesía de Ivana.  “Pueden decir que soy sosa, que soy aburrida, que soy exagerada, lo que quieran menos que soy mentirosa”. Acojona. Lo que no da tanto miedo es la caimada que les prepara un brujo primo de Santi, se echa un rato allí con la ceremonia. Eli, que no se puede estar callada salta “esto tarda más que unas lentejas”. A veces tiene gracia y todo. El pobre Santi dice que nunca lo había pasado tan bien. Qué pena me da. Parece buen muchacho. No se merece una experiencia tan miserable. Ivana sigue erre que erre “¿te impongo?”, y él “en cierto aspecto me pones más nervioso a la hora de hablar”. Como para no ponerse, si esta no suelta el hacha ni un segundo. Busca bronca todo el rato, pone los ojos como de huevo cuando los abre mucho y en general resulta muy odiosa. Espero que termine la carrera y sobre todo que eche cuanto antes un buen polvo y como ya he dicho antes, se libere de toda esa tensión que tiene en el cuerpo y que además de estarla matando debe hacer sufrir mucho a su familia. Personalmente la hubiera cogido y la hubiera tirado al lago. Pero bueno, tanto mi tocayo como Eli demostraron bastante educación aguantando las salidas de tono de Ivana Tengo Un Palo (Grande) Metido Por El Culo. Cuando se libran del demonio este, se van los dos a pasear y Santi le hace como diez metáforas seguidas de su corazón a Eli, que si “he notao un calor”, que si palpitante… Acaba confesándole “realmente te quiero mucho”, y como ella no dice nada “¿tú no me quieres algo a mí?”, y ella, que una vez ha ganado a Ivana y ha cambiado las sábanas dos veces ha perdido todo el interés por el gallego responde finalmente, “claro que sí”.

Vamos a ver en qué termina todo esto. La respuesta, la semana que viene.