Mujeres Ricas. 14 noviembre. Mar Segura: ha nacido una estrella.

a estos les quedan dos días juntos

Menudo calentón herciano me llevé la otra noche. Una semana de locos, con dos viajes incluidos a Ceuta y Melilla (parezco un legionario) me impidieron hacer un análisis como se merece del episodio anterior. Con todo, conseguí reservar un ratico para disfrutar de mi guilty pleasure. Pues bueno, fueron los condenados de La Sexta y me lo birlaron. Y es que sin mediar aviso se ventilaron la sesión del jueves de Mujeres Ricas. Lo primero que pensé fue que el marido de Verónika Pucci había  enviado a un par de sicarios a la productora y hasta aquí hemos llegado. Lo segundo, que se había acabado, así sin avisar, como la carrera televisiva de Pepe Navarro. La verdad, lo último que se me hubiera pasado por la cabeza era OTRO cambio de horario, que al parecer es lo que es, que pasa al domingo. La hora era un misterio, y la coincidencia con Pekín Express, casi segura. La sensación de déjà-vu con lo del Aprendiz, total. Sin embargo en vez de pasarlo a la madrugada, le dieron el prime-time, una estrategia a priori suicida que espero mantengan para otras semanas. Este año no he conectado con la experiencia Pekín-expressa. 

El episodio de anoche, bien pero mal, mal pero bien. Me explico. Lo primero, se notan las entretelas más que nunca. Vale que les tengan que montar unas tramas para que la cosa tenga gracia, pero no puede ser que sea tan evidente todo. Lo del pretendiente de Olivia dio mucha grima. Un guaperas actor de tercera abordándola ahí a lo pasión turca, poniendo ojitos desde la mesa del fondo... espero que ya lo hayan deportado porque si no va a terminar maleando. Como dijo Olivia, “estaba casi violador”. Ella reacciona como lo que es, una señora. Lo rechaza cortésmente, advirtiéndole incluso de que su marido “es muy violante” que puede matarlo. Philippe no es que parezca el hombre demasiado violento. Yo más bien lo veo en plan jare krishna. Está genial haciéndose el sorprendido / celoso con lo de las flores, se ve que conserva sus maneras de galán, de play-boy de la costa azul de los cincuenta. Me encanta esta pareja. Es la única que me creo. Absolutamente de ¡clin! Olivia cuando dice “hubo un momento no sabía si estaba por mi cuerpo o por mi reloj” Lo ha calado al actorcillo este. Bravísima Olivia. Que como digo, sabe salir indemne de una trama que era una trampa. Que es a lo que iba, se notan demasiado, en la primera temporada en algún momento podías llegar a creerte que estabas asistiendo a “sus vidas”, sin embargo ahora me las están metiendo en unos fregados que no les pegan mucho. Y de paso se cargan a alguna, como Mariana, maravillosa comprando disfraces eróticos con la inimitable Charlotte, (que está cada vez más guapa y divina), “hay ropa erótica para normales y ropa erótica para gorditos”, “más que monja pareces reputa”,  pero un rollo limpiando mierda de caballo. Ahora, que ahí se suelta unas opiniones de ella como que muy reaccionarias, recomendando a las dueñas del refugio contratar dos moritos, que trabajan por nada y haciendo patria de los americanos “que te meten preso si maltratas a un perro. Y después a limpiar la calle. Como a Naomi Campbell”. 

Sin embargo Mar, ay Mar, está subiendo como la espuma. Sin duda es la “NUMBER ONE”. Cada día me cae mejor, y siendo una muerta de hambre como es, se ha hecho con el cetro de las mujeres ricas, convirtiéndose, sin duda, en la reina del cotarro. Le quedan dos días de estar con su Gabriel, que el pobre se lo está viendo venir. Ha pasado lo que tenía que pasar, Mar se ha dado cuenta de que hay más mundo que el de los invernaderos, el centro comercial del Ejido, y su adosado de medio pelo. Ha abierto los ojos al mundo allende Almería. Y lo quiere enterito para ella. Un marido viejales y posesivo, al que no le gustan los gays, sus nuevos amigos, y que además parece haber perdido parte de su influencia (dinero) con lo de la crisis, es carne de cañón sí o sí. Sigue soltando sus perlas: “compartir nuestras aficiones forma parte del éxito de nuestra relación”, “un buen menú te ayuda a ser más afectuoso”, “yo soy muy de kilómetro cero”, “dame un tomate”, “los pimientos ya es algo que no puede faltar en la cocina de los almerienses”, “pienso que todas las mujeres deberían tener un momento para ir al mercado” y “esto lo borramos porque ya me he liado”. Esta vez no tenía que aprender la danza del vientre, sólo tenía que ir al mercado y freír unas gambas. Hay que tener mucho talento para acabar haciéndose con todo el programa a partir un argumento tan tonto. Por cierto, tiene una cocina más pequeña que la mía esta Mar, para lo que le sirve le sobra, pero vaya, para la siguiente edición de hombres ricos lo mismo valgo yo también. Imagino que con no vivir en la indigencia vale. Eso sí, como dice la Carmela, esta se gasta una pasta en ropa. En eso y en maquillaje, que va pintada como una puerta. Bueno y en yogures, que tiene de todos los sabores. 

Por lo demás, al final lo de Verónika, no era nada. Debió ser muy sosa su aportación de la semana pasada y por eso no salió. Sigue sin aparecer en escena Víctor, gran pérdida, así que ya sólo vale la pena ver su parte del programa por el reggaeton que le ponen cuando asoma vestida como un putón “´tú te-ve-bien-buena / parece-una-botella-de-coca-colaaaa”. Queda con Olivia para que la asesore en sus intenciones de montar un bar de copas, la parisina le recomienda un piano-bar, que la gente consume más. Y le da dos noches en el negocio. Sabe que una de dos, o se engancha a las drogas duras o acaba intimando con la clientela más de lo que le gustaría al siciliano. Olivia hace un par de comentarios a cámara de lo más clarividente “Dicen que todas las guapas jóvenes con minifalda son putas”, “Las jóvenes guapas tienen derecho a vivir sin estar prostitutas”. El hecho de que mencione la palabra puta dos veces en diez segundos hablando de Verónika es bastante esclarecedor.

Y sólo queda Natasha, que la pobrecita da mucha pena. Casi se me saltan las lágrimas cuando les dice a sus fake-friends, y le sale del corazón, “lo único que me falta en la vida es amor”. Una de estas amigas suelta la frase del día: “Yo sé lo que no se puede hacer después de los 40: ir de camping”. You’ve got it! Se aburre muchísimo, y no es sólo que no haga el amor, que ya es un drama, es que lo más importante para ella en su vida ahora misma es el fresco de su productor, Pedro. Para llamar su atención se hace un tatuaje (¡de verdad”) con las notas musicales del estribillo de su hit “baila, baila tu piel morena, sobre el cielo de marbella” y otro de pega en el brazo a lo Melanie Griffith con un corazón y el nombre de Pedro. Y bueno, hasta se compra una Harley Davidson para que la pasee el Pedro y arrimarle las tetas ella de paquete. De verdad que me da lástima esta mujer. Es una simple, pero se merece ser feliz, parece buena gente, igual en una aldea de Siberia le hubieran ido mejor las cosas que en su mansión con helipuerto. En cuanto al Pedro, ya sin broma, este va acabar mal. El día menos pensado, el marido ruso va a ver un programa y este desaparece y no se sabe más de él. 

Y bueno, vuelven las Collado (coñazo). Unos segundos les bastan para dejar patente su ordinariez. Dicen no sé qué de que no las echaron que se fueron ellas. Vamos a ver por dónde salen, un poco más de chabacanería en nuestras vidas nunca viene mal. 

Y me despido con una petición para el programa, una vez desaparecido en misteriosas circunstancias Víctor, deberían darnos más de María, la chacha de Mar. Que la inviten a mistela y le coloquen la cámara que largue. Ahí tiene que haber petróleo.