miércoles, enero 14, 2009

desayunando con la tele un sábado


Se levanta uno con el ánimo de estarse un rato desayunando sin las apreturas de todas las mañanas, con la pretensión de marcarse un continental como dios manda, con su café recién hecho, zumo de naranjas recién exprimido y tostada recién tostada. Un desayuno “recién” que disfrutar con calma. Hay veces que te atreves hasta con una pieza de fruta y cereales que añadir a todo lo de antes. Como a mi el quiosco más cercano me coge a dos kilómetros me tengo que conformar con leer los titulares del teletexto (pg 186 en adelante en la primera). Y ya que has encendido la tele la dejas un rato. Y te encuentras con que el menú que te ofrece es inversamente proporcional cualitativamente al de las naranjas que se exprime uno. Y es que la programación sabatino-matinal televisiva es un disparate de dimensiones truño-colosales.

Este sábado sin ir más lejos. En la primera estaban reponiendo, como si no fuera suficiente ponerlo una vez, una gala disparatada en la que jugaban a elegir el disco del año. Los candidatos imagino los habría consensuado algún comité de expertos seleccionados entre lo más granado del CNSE. En la segunda un noticiario para sordos. Estuve un rato tratando de identificar algunos signos y su significado, que es algo que tuve en mente hacer hace algunos años (luego me enteré de que los gestos cambiaban también dependiendo de si eres un sordo francés o español, y el lenguaje de signos perdió para mi mucho interés). En Antena 3 ponían cosas de Antena 3. En Tele5 un zapping que estuve viendo un rato. Y en La Sexta una especie de documentales ultratruculentos que fue lo que acabé viendo. Va de reconstrucciones de crímenes en la América profunda. Canela fina. Me encanta porque están montados con mucha gracia, en uno de los casos que ví, y me da que es lo habitual, presentaban primero al novio de una buena moza americana como el candidato más probable a haberla matado después de un calentón mal resuelto de la dulce rubia con brillante porvenir (esto lo recalcaban poniendo unas imágenes en las que el tipo miraba raro a la cámara). Para que al final se acabara descubriendo que el verdadero asesino era un policía de renombre en el condado que incluso colaboraba con la televisión local dando consejos a las jóvenes sobre qué tenían que hacer si alguien trataba de pararlas en medio de la noche en la carretera. Lo descubrieron por una fibra de oro de su insignia cheriffera. Por eso y por cuatrocientas cosas más, porque el tipo era taco de torpe para ser policía. Con todo casi se escapa y le cargan el muerto al merluzo del novio. Después vino un crimen de una joven pueblerina conocida en la comarca por su frescura que se resolvió a los veinticinco años y también el de un señor que mataba a sus esposas y se cambiaba de estado y nombre de una forma bastante sistemática. Un crack vaya. Me he saltado lo que había en Cuatro. Creo que se llama la batalla de los coros, le presté atención un rato porque han seleccionado a la amiga de un amigo... pero esto merece un post detallado aparte.

En fin, que la tele los sábados por la mañana es una mierda. Pero que entretiene. Ahora que lo pienso esto es lo que viene a ser siempre, ¿o no?, o yo que sé...

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