lunes, agosto 23, 2010

Arcade Fire y los caminos rurales de Villafranca de los Barros






Estoy escuchando mucho estos días el último disco de Arcade Fire, una de las cosas que entiendo del disco porque se repite en unas cuantas canciones y porque es con la frase que empieza es cuando dicen “in the suburbs I, I learned to drive”. El disco vuelve a ser conceptual, en este caso, a propósito de los recuerdos del barrio en que pasaron su adolescencia. Y como digo, parece que una de las cosas que mejor recuerdan aparte de los escarceos amorosos fueron esas primeras lecciones de conducción por la zona. Mis primeros recuerdos al volante de un coche son sentado en las rodillas de mi padre, haciendo el trayecto de vuelta de lo de mi abuela que vivía en las Cantarerías, a los pisos del Manteco, que es donde viví hasta los once años.
Para el que no conozca el pueblo esto vienen a ser unos quinientos metros en los que únicamente hay que tomar dos curvas, una, la del que entonces era el supermercado del Carujo para asomar al Carril, y otra para enfilar la Carrera del Carmen, entre el bar del Colombo y el videoclub del Nécar. Recuerdo perfectamente como me celebraban la finura con que trazaba yo ese par de giros. Aquel trayecto que no llegaría a un minuto era para mi toda una aventura. Debía tener como cinco o seis años. Recuerdo también, ya con diez o doce, fundirme la batería del R-12 de un señor que trabajaba con mi padre, dejó el coche aparcado en nuestra cochera y yo me bajaba a dar volantazos mientras ponía a todo trapo una cinta de Los Chichos, debí dejarme la radio encendida un día porque como digo cuando el hombre volvió el coche no arrancaba. Lo siguiente que me viene a la cabeza, ya con trece o catorce años, y más experiencia al volante, fue un verano que pasé en Villafranca de los Barros. Me parece que ya lo he contado alguna vez, mis vacaciones de infancia consistían en irnos los meses de verano adonde estuviera mi padre trabajando, esto me ha llevado a destinos tan exóticos como Plan (Huesca), Tous (Valencia), Xinzo de Limia (Orense), Pontedeume (La Coruña), o como digo, Villafranca de los Barros (Badajoz). Del pueblo sólo recuerdo un canal seco donde iba a jugar al baloncesto con un balón (spalding) que me compré de oferta en la tienda de deportes local, una papelería donde vendían tebeos cerca de la plaza del pueblo y un colegio jesuita que había a la salida, así con la entrada en plan de estos de película inglesa. Las mañanas me las pasaba leyéndome las muy interesantes que me había traído de mi primo Juanjo, una caja enorme de la que imagino que aprendería alguna cosa de provecho y un montón de disparates. También me leí El Nombre De La Rosa y El Perfume, que los compré en la librería aquella de oferta. Pero que me pierdo con la literatura, por las tardes me iba a “ayudarle” a mi padre. Estaba adecentando unos caminos rurales por allí entre las parras que rodeaban al pueblo y yo me encargaba de dar viajes a por agua, llevar sacos de cemento de un sitio a otro, en fin… a dar viajes por allí con los coches. Teníamos una C-15, un Land-Rover y un Jeep cuadrado que parecía un autobús. Cada uno tenía su tecla y con cada uno tuve yo algún percance. Con la C-15 me encajé en una cuneta tratando de dar la vuelta en el camino, freno de mano y acelerón mediante conseguí salir de la vertical. A punto estuve de estromparme con uno de los tubos que estaba colocando el Ginés con la retro. Salí airoso del envite, pero un pestazo a goma de rueda quemada me delató cuando llegó mi padre. El Ginés, que en principio me había guardado el secreto, salió en mi defensa ante la regañina de mi progenitor diciendo que hacía unos días a otro en la misma coyuntura habían tenido que sacarlo con la grúa. Unos días después sin embargo me miró con cara de la-madre-que-parió-al-niñato-este-que-al-final-me-mata cuando puse a dos ruedas al jeep aquel en una curva, que es que había que darle cinco vueltas al volante para hacer el más mínimo giro y las cosas como son, entré a la curva más rápido de lo recomendable con aquel cacharro. Otro día me quedé solo con el lanrrover en una especie de bancal de patatas gigante y allí no se me ocurrió otra cosa que coger velocidad de una punta a otra y al llegar al final agarrar el freno de mano para hacer trompos. Le pillé el gusto, y se ve que la humareda de polvo que levanté se veía hasta en el pueblo, y digo yo que seguramente por esto, no tardó en asomar mi padre. Paré en seco en cuanto lo ví, y entonces me di cuenta del polvorín que tenía armado. No había manera de negar la mayor y aquel día acabaron mis días de conductor temerario. Dejo para otro día posteriores episodios conduciendo antes de tener el carné. Incluyendo una seudo-persecución de los civiles por el pueblo con un servidor con dieciséis años y luciendo peluca carnavalera, y mis aventuras y desventuras tratando de sacarme los papeles y el práctico en la autoescuela Órfila, sita en la calle homónima. La más barata de Sevilla. Su propietario, clavado al Doctor Buitrago, imagino que no tendría otro remedio que bajar los precios para que alguien se atreviera a entrar en el ruinoso edificio en el que tenía su sede.
En fin, estas cosas me han venido a la cabeza escuchando el disco de Arcade Fire, que dicho sea de paso recomiendo infinito. Pepino gordo. Y van tres.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

no vas a comentar GBE?

Tiago Cotes dijo...

no he podido verlo todavía. el otro día vi un par de minutos mientras cenaba en casa de bea, que es la hermana de la carmela, pero no da para comentarios. me parece fatal estrenarlo en pleno agosto, con un servidor dedicándose en cuerpo y alma a placeres varios que no son la tele. a ver si puede ser este domingo...

Juanjo Sánchez Cotes dijo...

Me he perdío. Con tanto coche y tanta fuga y tanto trompo, yo ya no sé si ésta es una historia del santi o del vaquilla. El de la cinta de los chichos, sí:
"Tú eres el vaquilla, alegre bandolero, porque lo que ganas repartes el dinero; tú eres el vaquilla, de buenos sentimientos, si al final dependes de un simple carcelero..."

Tiago Cotes dijo...

:-) ahora que lo dices cualquiera que lo lea y no me conozca se me imagina con melena de estas gitanas dando volantazos... y nada más lejos de la realidad. tenía yo más bien un look por aquel entonces como de empollón gafotas gordito, pero eso sí, estaba hecho un niki lauda. "por las mañanas leo tebeos y muy interesantes, por las tardes asalto caminos"

Anónimo dijo...

Por favor, comenta este año GBE, se te echa de menos.

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