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la revolución sexual |
Ayer tuve un día de mierda. Solo me mantuvo con fuerzas la
perspectiva de la bienvenida con la que desde hace unos días me recibe mi
pipiolo. Una vez concluida la ceremonia de besos, bailes, saltos y abrazos con
la que nos obsequiamos mutuamente, me encontré de bruces con el último episodio
de la cuarta de GBE. Cómo puede un día enderezarse así en tan poco tiempo. Por
lo del niño tengo que darle las gracias a la Carmela, y esto queda en el ámbito
familiar, pero por lo de Granjero ¿a quién se las doy? A quién se le dan las
gracias por inventarse algo así, hacerlo con tanto arte y permitir que me lo
pase yo tan teta viéndolo. No creo yo que ninguno haya llegado rebotado hasta
aquí, pero si ocurriera la circunstancia, dese por bendecido. Igualmente, mis
mejores deseos para los granjeros, que ojalá acaben encontrando el amor de
verdad, las apirantas, a las que deseo se cumplan todos sus deseos, ya sea liar
a algún incauto, triunfar en la copla o enseñar las tetas en el interviú, también
a los que con vuestras visitas a este blog me habéis hecho retomar las crónicas
granjeras, y sobre todo de entre estos lectores, a los que con tanto arte
habéis enriquecido, que no cocido, la experiencia GBE con vuestros agudos, que
no esdrújulos, comentarios. Y no me enrollo más y me pongo con lo que vienen
siendo las impresiones de un servidor a propósito del desenlace, con las
despedidas y el reencuentro, todo en uno, de la cuarta edición de GBE. Como
siempre, por granjeros.