viernes, octubre 14, 2011

Granjero Busca Esposa. Cuarta temporada. Tercer episodio. Estoy haciendo un trabajo.

¿pero chatear no era irse de chatos?
Esto de compatibilizar los resúmenes televisivos con el jornal de uno, los menesteres de padre y el cambio de cisterna del wáter hace que desde que vi el episodio anoche, hasta ahora mismo que me acabo de sentar a escribir estas impresiones, hayan pasado exactamente 24 horas. Tiempo más que suficiente para que se deshagan las primeras impresiones, léase, los detalles tontos en que siempre me fijo, y tenga una visión más panorámica, vagamente meditada, sobre las granjas y sus protagonistas. No se asuste nadie, que no voy a soltar ningún tostón. Pero visto que esto no va a ser el despiporre alocado que se intuía en el extraordinario estreno de esta cuarta edición habrá que disfrutar de esos pequeños detalles que hacen de Granjero Busca Esposa lo que es, un programa único. Comme d’habitude, por granjeros.

Gustavo Landa. El pastor trashumante. Pareciera que en vez de dedicarse a conducir ganado lo suyo fuera la mountain bike. Lo mismo va detrás de las ovejas en bicicleta, porque el tío lleva sus guantes, sus gafas de sol y todos los avíos. Igual es que se compró el pack en el Decathlon para hacer el Camino de Santiago y se vio guapo con él y oye, así lo amortiza. Dice que las va a tener cuatro días andando, pero luego, nada. Lo más que las lleva es hasta el sofá para sobar a la brasileña un poco. En una pierna se sienta a la hija y en la otra a la brasileña. Le echa la mano por detrás y empieza a rozarle la lorza así en plan meloso. Da bastante grima. ¿Cómo te puedes poner a hacer eso con tu hija sentada en tu regazo? Se ve que las sutilezas no son lo suyo. Al día siguiente, aprovechando que están en un descampado les pregunta a las dos, pero a él la única respuesta que le interesa es la de la brasileña,  por su pasado. La carioca toma las de Villadiego, y dice que ella no quiere hablar del pasado. Gustavín, te vas a quedar con las ganas de saber en qué clase de pub trabajaba. Y la otra, que me perdone, pero todavía no sé cómo se llama, empieza a soltarle un rollo, que si antes era romántica, cuando joven, pero que ahora bla bla… yo estaba pensando en ir a coger un melocotón al frigorífico, y en esas que la interrumpe el Landa y le dice que por qué no se calla acercan al coche. Ella no es que parezca muy despierta, pero sí que parece intuir la poca curiosidad del Landa por su romanticismo. Y se enfurruña. Me da penilla. Como digo, parece buena muchacha y trata de resultar interesante. No lo es. Pero al menos no esconde un pasado tenebroso. Creo que sería una buena madre para sus hijos y una buena mujer para él. ¡Elígela, hombre! La otra es una encantadora de catetos. ¿No crees que ya has sufrido bastante? Hablando de sufrir. Anda que no lo pasa mal el hombre chateando ahí a dedo. Está claro que no es lo suyo. En la hora y pico que debió estar conectado solo le dio tiempo a escribirle a su pretendienta virtual algo como “aquí se va armar la mundial cuando vengas”. Con todo, parece asombrado con la velocidad a la que le escribe la muchacha y dice “Si no cambia todo esta es la mejor de las tres”. Pero bueno… si al final va a resultar que no eres tan zote. ¿Y la brasileña? ¿A ver si es que lo único que pretendes es beneficiártela y devolverla?

Melendi. En adelante, el de los pantalones a retales. Lleva los mismos calzones psicodélicos del segundo capítulo. Perneras grises con forros negros en los cachetes del culo y en las rodillas. Carmen dice que se llevaron hace unos años, pero yo, que soy de un pueblo pequeño, son los primeros que veo. La bata marrón de tarado con la que amaneció no tiene desperdicio ninguno tampoco. Se ve que su abuela debió decirle que como la cafetera, que tiene moho de todos los colores, tampoco debe tocar el jabón. Lo pequeño que es el remolque y la de mierda que tiene. “Con un poco que lo limpies así por encima es suficiente”.
la bata del delito
A mí me da que debajo del carromato debe tener escondidos unos cuantos millones de los de antes. Porque el tío tiene un chorro de vacas. En África sería el rey de una tribu. Ellas no parecen dispuestas a aguantar allí el tiempo suficiente como para que les diga donde tiene escondidas las perras. De hecho, la casa parece empezar a causar el mismo efecto en las muchachas que el hotel de El Resplandor en Jack Nicholson. De las dos pretendientas, la sudamericana, Vanesa, no veas con la soltura que agarra a los gallos para degollarlos. Su delito: cantar al amanecer. La otra, que es más sensible, se echa atrás en el último momento. Yo creo que Melendi se llevó un chasco. La que hubiera matado a los animales a sangre fría hubiera tenido muchas papeletas para quedarse. Aquí se masca la tragedia. Cerca está de saltar la chispa con el chateo del muchacho. Que ojo al detallazo, cuando lo pillan in fraganti, como un adolescente cualquiera, dice que no es lo que parece, que está ¡¡haciendo un trabajo!! Un señor como tú, con unos pantalones como esos, una excusa así no, hombre. La Vane ya lo dice “los santitos siempre son así, los peores”. Como esta dé con los billetes, se cepilla a los gallos, a ti, a las vacas, os entierra a todos en medio del bosque y no se sabe más de ninguno. La otra anda llorando por allí porque echa de menos a su hijo y total para estar ahí en medio de la nada, en un carromato lleno de mierda. La Vane sale a consolarla y por un momento yo creí que se enrollaban. Él, ajeno a todo, aprovecha para cenar mientras las otras están en la puerta. Para rematar la noche se echa a roncar entre las dos en el camastro, feliz como una perdiz con el roce.

César. Esteso. En esta granja el protagonista no es él. Todo gira en torno a Elo, una perturbada mental a lo Aida Nizar que según el granjero “pasa la mayoría del día llorando”. Está absolutamente histérica. Para empezar llora porque dice que echa de menos a su madre. Cuando tienes cuarenta y bastantes años y te despiertas llorando porque extrañas a tu madre y llevas solo dos días sin verla, algo falla ahí. Con todo el hombre tiene un temple envidiable y no la echa a patadas de allí. Que es lo que cualquier persona medianamente normal haría. Le ofrece un zumito. Zumo no, pero sale al porche y les dice que son unos guarros en el buen sentido. La otra muchacha, normal, está desquiciada con el comportamiento de su rival. César, que ojo al dato, suelta como si fuera algo normal, que no sabe atarse los cordones, con todo, se pone a criticarla, “Gloria es de las que se lo va guardando y el día que salte igual hay que correr”. A la carrera es como huiría yo de un tipo que pasa de los cuarenta y no sabe atarse los cordones.  Elo la insoportable sigue dale que te pego con sus neuras, y los otros, hartísimos.  De todo lo que raja, está ya hasta ronca. “Se me ha vuelto a coger la voz”, dice ella. “Pues no hables” le replica César. No tendremos esa suerte, my friend. Parece estar hasta los mismísimos de ella. Pero también aparenta ser del tipo de desgraciado que apechugaría con una mujer así.  No sé como puede acabar esto. Con lo feliz que parece el hombre chateando, ahí poniendo sus ojillos de Esteso… Tiene un momento de intimidad después con Gloria, que está de los nervios y otra vez sale la chiflada, que si están hablando de ella, que es egocéntrica, y que se coman los huevos fritos… de verdad, qué insoportable. Yo la emparedaba.  César como siempre, sereno y sabio “Tú eres muy diferente a ella, y ella es muy diferente a ti”.

Luis y Jonathan. El señorito y el salido. Se está haciendo tarde y estos dos son un coñazo. Así que me los liquido en un periquete y me dejo lo mejor, Román, para el final. El señorito con sus caballos, y su casucha deprimente, tiene a sus morenas abandonadas y aburridas como ostras, leyendo el horóscopo del Cuore. Ellas tratan de llamar su atención, pero a él parece interesarle más la perspectiva de una buena yegua que la de cabalgar a cualquiera de estas. Ni con Yurita Azafatita (la cibernovia) se emociona, por muchos “jijijiis” y “besotes” que le ponga. Todo lo contrario que el otro, el Jonathan, que si ya en el episodio anterior cansaba, en este, da asco directamente. No se puede ser más baboso, ni más ordinario, ni más grosero. Ya sea arrimándose, chateando a una mano, sobando, mirando o lo que sea. Y sus dos pretendientas, sus rubias, en fin…una desgracia para el género femenino. La más lista de las dos hace bromas del tipo “la vaca no dice ni mú jaja” y suelta perlas como “yo no soy plato de segunda mesa” así que ya podéis imaginaros la escasa actividad cerebral de la otra. Las dos se prestan a uno de los momentos más humillantes de la historia de la televisión. Él les dice que van a hacer el juego de la botella. El juego no te creas que es el Risk. Se gira una botella y a la que señale, se acuesta con él esa noche. Y las dos ahí mirando la botella dar vueltas. Ellas hasta acaban discutiendo en plan Sálvame “yo te he respetado tu turno de palabra”, “ eres una falsa”, “pues tú una rancia”. Y él luego suplicando ahí en el quicio de la puerta “no me dejes con estas ganas”, “se me está subiendo el hidráulico”, “acuéstate conmigo”,… Después de ver esto me sentí sucio, me hubiera ido a darme una ducha, de verdad.

Román. Pues eso. El hombre. The best, the special one. Román me-ha-roba-roba-robado el corazón. El día empieza normal. Las lleva a darle un flete a la granja. Que lo de barrer y quitar mierdas es algo para lo que aprovechan siempre los granjeros cuando vienen las pretendientas. La Tere, la que sabía de todo, de cristales y de pollos, está celosa de la Yeni. Desde que la segunda dice que ella mama directamente de la teta, Román le echa el brazo por encima y ya solo tiene ojos para ella. Fiona, rolliza, pero no obesa como la cristalera, juega sus cartas, y hoy luce escotazo y domingas poderosas. Él está tan excitado que las pasea en la pala del tractor por el pueblo. Las lleva al corral, a elegir un pollo para zampárselo. Y Fiona, “aquel, aquel que es más gordo”. Es el momento para que Teresa demuestre sus dotes de retuerce cogotes aviares. Pero es un fake. No se atreve ni a abrir el saco para meter al animalico. El momento de la matanza es impresionante. Menuda tensión. Sacan la cámara a la puerta y aquello parece Puerto Urraco. Román con su habitual tono así de cómo quien no quiere la cosa a propósito de Teresa y su habilidad pollera suelta “No sé yo como pensaba matarlo, si a besos o abrazos”.
descanse en paz
Después llegará otro de esos momentos que no se pueden contar, que como la Expo92, había que verlo, ese pedazo de sesión de chat de Román. Muy grande. Empieza con un “No sé si voy a saber yo… ¿Cuál era el de borrar?, ah, el de arriba…” y sigue con “ostia si todavía sigue, le da tiempo a poner cosas entremedias, me estoy volviendo loco”. Más tarde confiesa entre risas “escribía muy deprisa, y a veces no me da tiempo a leer todo”. Y al rato, leyendo asombrado… “Jo. Me quiere conocer y eso, y yo lo mismo”. Luego a cámara “Si te digo la verdad, es la primera vez que hago yo estas cosas. Me ha desvirgao”. Eres el mejor tronco.

megacrack!

7 comentarios:

Anónimo dijo...

De nuevo encantada con tus post. Sé que es duro, pero por favor, no lo dejes, GBE no sería lo mismo sin ti. A una amiga que le hace mucha falta reírse le he recomendado el pack completo, el programa y luego tus comentarios, que son la guinda perfecta. Una vez que te he hecho suficientemente la pelota y espero haberte dado ganas de seguir, paso a comentar a mi vez:

Y empiezo discrepando: la casa de Luis. el señorito, no la veo yo tan cutre. Es verdad que es pequeña, pero se la ve limpia y bien puesta. De gustos ya no hablamos, pero las superficies de la cocina brillan, y eso dice mucho. Por lo demás, una sosez, en eso estoy contigo.

También pensé que las dos de Melendi se iban a enrrollar, me hubiese encantado. De hecho fue, como diría Boris Izaguirre, el "momento bollo" de GBE. Esas miradas, ese llevarla en brazos a la caravana en plan machote.

Por cierto, los pantalones que lleva Melendi son de montañero, esos recuadros negros son refuerzos para las zonas de más desgaste, lo que pasa es que como serán cómodos pues ya se usan para todo.

Un saludo agradecido y risueño de una almeriense reincidente.

Tiago Cotes dijo...

¡paisana! me conoces bien :-) se agradecen los comentarios también... pero... como que no es cutre la casa... a un tipo que cría caballos se le espera algo mejor en la cocina que un hornillo de gas con un cazo de los setenta lleno de macarrones... y bueno, el momento bollo, qué bien que lo vieras así también, pensaba que era cosa solo una cosa de mi lado yonatan. y los pantalones... por qué se supone que se gastan más por el culo...

Tiago Cotes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Kinezoe dijo...

Veo difícil hacer una crónica de esto si no es fijándose en los pequeños detalles; no da para mucho este espacio. Y tú has vuelto a conseguirlo, Tiago. Con tus resúmenes haces que el programa parezca mejor de lo que realmente es. Mis felicitaciones, amigo. Y sigue sacando tiempo como puedas ;-) Aquí te dejo un par de impresiones mías...

Gustavo nos engaña. Este tío no es pastor. Es un liante que va a lo que va. Y si no, tiempo al tiempo.

Melendi es bastante simplón. Su mejor momento, sin duda, cuando soltó eso del trabajo, con acento a lo Luis Ciges. Estuvo bien ahí.

César sigue a lo suyo: intermediar como puede con la loca y la morena, mientras hace cosas raras con los ojos (a veces da miedo).

Luis, con sus sempiternas gafas de sol en la cabeza, no me interesa lo más mínimo, es más, parece que a él, ajeno a todo, tampoco le va toda esta historia del programa.

A Jonathan debían suministrarle una buena dosis de bromuro. Lástima que sus chicas tengan tan pocas luces como él. Se merecía que le cantaran las cuarenta.

Y Román me sigue pareciendo el más "centradito" de todos. Sin proponérselo además resulta hasta simpático el tío. Su última perla es antológica.

Enhorabuena por la crónica y hasta la próxima. Buen fin de semana, amigo. Y que Dios te conserve esa retentiva ;-)

Tiago Cotes dijo...

kinezoe... no sé qué ocurre aquí con los comentarios... vienen y se van... que decía el viernes que muy atinado lo de Luis Ciges... muy grande. y estoy contigo en que Román es el mejor. si te das cuenta le cae bien a todo el mundo en el pueblo. y eso, amigo, no está al alcance de muchos. algo debe tener el agua cuando la bendicen que se dice. por lo demás, ya me gustaria a mi tener tanta retentiva. cojo algunas notas, que si no quedaría la cosa todavía más sui géneris. con todo, muchas veces no entiendo mi letra... aquilicua, así queda esto como queda... ¡salud!

Maitó dijo...

Y aquí estás de nuevo, mira que yo lo sabía! Ha sido empezar el programa y acordarme de ti. Este comentario empieza a ser recurrente, pero sin ti el programa no tiene la misma gracia (y tiene mucha). Saludos de nuevo, en primer lugar. Espero que seas un padre ya acostumbrado y me alegro que encuentres el rato que hace falta para ver el capítulo y para escribir esta joya de la literatura sociorural.
A mí, con todo, me gusta mucho Alfredo Landa, y no porque sea casi paisano, sin porque me parece el que más responde al fin del programa, buscar una esposa, ya que además de hacerle falta la atendería como a una reina, tanto él como sus paisanos (que, al igual que a Román, lo adoran). El paisaje de las Bardenas, lugar de la trashumancia, es impactante, aunque no han tomado planos de las zonas más agrestes.
No soporto al Yoni, tiene pinta hasta de tener halitosis, con la baba colgando todo el día. Su chica la más mayor es una lagarta pero tiene un pase, pero la otra parece lobotomizada, por Dios...
Me gusta también Alfredo Landa, pero tiene un papelón con la paranoica esquizofrénica. No entiendo cómo la organización no la echa a patadas, yo si soy la otra, la morena, pido indemnización por malos tratos psíquicos.
El andaluz me ha decepcionado, o tiene los sentimientos de una ameba, o ha tenido experiencias lamentables, o se cree salido de la pata del Cid. Ya veremos.
Melendi es un buen chaval pero un poco guarrete también, tiene mala suerte con Vivi, pájara donde las haya.
Y Román, buen tío pero más simple que el mecanismo de un chupete. No comento lo de anoche para dar tiempo a tu comentario, seguiremos.
Un fueeeeeeerte abrazo, amigo Tiago!!!!

Tiago Cotes dijo...

¡maitó! efectivamente soy un padre acostumbrado, pero como tal, hasta que no acuesto al muchacho no me pongo con estas cosas... así que esto son crónicas de madrugada... estoy contigo en la simpleza de román, la amebabización del señorito, la desgracia de césar con lo loca, y la halitosis del yoni... el más normal efectivamente parece mi gustavo landa... al que estaría encantado de acompañar por esos cerros...

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